No pienso reconocer un fin en este día, no lo consideraré día viejo, ni mañana hablaré de año nuevo. Y sin embargo, aunque siempre he considerado que el año empieza en septiembre, hoy es ese día en el que todos hacemos propósitos y por algo será, yo misma me incluyo. Ese día en el que para muchos está a punto de comenzar algo nuevo, y de por fin hacer borrón y cuenta nueva. Puedo aceptar mis contradicciones o pensar que en septiembre comienza mi año físico y en enero el espiritual. Qué en ambas ocasiones hay un año nuevo, un comienzo, una ruptura, una hoja en blanco.
El 2013 ya es pasado o quizás aún es presente y lo será por mucho tiempo. Dejamos atrás un año lleno de catástrofes naturales, de trenes que descarrilan, de un mundo con dos papas, de recortes, de vuelta de tuerca y de dictadura que nos llega a fuerza de leyes de seguridad ciudadana. Un año terrible y sin embargo yo sigo creyendo en el ser humano. Un ser libre, bello, fuerte y que no se calla. Y en las mareas, y en las primaveras, en los que gritan las injusticias porque no pueden guardarlas dentro, en los que se niegan a aceptar que otro mundo no puede ser posible.
Deseos, propósitos, todos haremos unos cuantos, la mayoría según las estadísticas no serán cumplidos. Y aún así habrá merecido la pena. A finales de diciembre nos paramos a pensar, será por el frío, a analizar, a descubrir, y a ser críticos. Sólo así surgen los verdaderos propósitos, aquellos que si serán cumplidos, aquellos que se forjan desde dentro, el renacer del fénix.
Os dejo a cada uno con vuestras entrañas que tendrán mucho que decir en esta noche. Con vuestros sueños, con vuestros anhelos. ¡Seguid libres, bellos, fuertes y charlatanes!