martes, 30 de agosto de 2016

Patronal en pie de guerra. Cooperativas y el problema de la tierra.





Se entiende por régimen cooperativo un sistema horizontal y democrático donde los trabajadores son a su vez socios de dicha organización empresarial. No obstante, estar constituidos en dicho régimen no impide la contratación de trabajadores externos a dicha asociación por lo que a priori, pese a su estructura más democrática, no evita la explotación de los trabajadores.

 Tras el asesinato del viceministro boliviano de interior, Rodolfo Illeras por parte de cooperativistas de la minería se nos presenta el conflicto como una revuelta de trabajadores contra un gobierno que le es hostil. Y sin embargo, ¿es eso cierto? Entre las reivindicaciones de este grupo cooperativo se encuentran entre otros puntos la exigencia de no llevar adelante el proyecto de cambio en la Ley de Cooperativas por parte del gobierno de Evo Morales, que permitiría la asociación sindical de sus trabajadores (derecho no reconocido actualmente); a su vez exigen al ejecutivo la posibilidad de establecer lazos comerciales con multinacionales extranjeras y también piden rebajar los controles de impacto ambiental a los que son sometidos. Para conocer con más detalle el origen y desarrollo de estas cooperativas y las acciones que se están llevando a cabo recomiendo la lectura de este interesante artículo. 

 Pero este tipo de conflictos, salvando las distancias, no es exclusivo del país latinoamericano. En la provincia de Huelva, debido a las altas cifras de paro se potenció la creación de cooperativas agrícolas (en la mayoría de los casos destinado al cultivo de la fresa). El resultado fue un éxito, estas cooperativas dedicadas a la agricultura intensiva superan ya en número a la que hasta hace muy poco era la provincia estrella de este tipo de cultivo, Almería. 
 Estas cooperativas a su vez, como en el caso boliviano, cuentan con trabajadores externos, en el caso de Huelva en la mayoría de los casos inmigrantes traídos en origen o directamente inmigrantes en situación irregular. El nivel de explotación por tanto puede llegar a su nivel más alto por la vulnerabilidad en las que se encuentran los trabajadores de estas cooperativas, completamente ajenos a toda protección laboral por su condición de migrante o peor aún por su condición de estancia irregular. Como consecuencia directa aparecen poblados chabolistas en las periferias de las zonas de invernadero donde malviven decenas de personas en condiciones infrahumanas. Además hay que añadir el problema de carácter ambiental que genera este tipo de cultivo y como se están perdiendo las reservas acuíferas de la zona. Esto llevo a un mayor control del uso del agua de los pozos públicos y a protestas masivas en consecuencia por parte de los cooperativistas. 



 Con el aumento de estas cooperativas, privilegiadas fiscalmente por esta condición, no se ha solucionado el problema del empleo, y además se han originado nuevos problemas de carácter social y ambiental. La consideración pública que existe en el imaginario colectivo sobre el modelo cooperativista a su vez provoca una explotación laboral más sutil, ya que seguimos asociando este modelo con un modelo horizontal y democrático. 

 Por lo que volvemos al problema de siempre que no es otro que el reparto de la tierra y su vinculación con la explotación de clases. Probado está que un reparto sin control en un mercado capitalista aumenta la desigualdad, destroza el ecosistema (el espacio donde los pueblos se desarrollan), y genera caciquismos entres los propietarios (colectivos o no) de la tierra y los que no lo son, nativos o migrantes. Por lo que sería necesario replantear ciertas cuestiones. Por un lado debemos revisar las exigencias en torno al régimen de cooperativas. Por otro, de forma urgente, hay que salir del discurso tradicional de la izquierda que considera que el problema de la tierra es sólo un problema de reparto. Hoy por hoy, en un mercado deslocalizado y competitivo el control de los recursos y su distribución no se puede dejar en manos de la leyes de dicho mercado porque supondrá un triple ataque hacia los trabajadores, los pueblos y el ecosistema donde nos desarrollamos.

lunes, 1 de agosto de 2016

El "principio de la Pitufina" y las Trump(as) del sistema.





Fotograma de Interestelar (C.Nolan, 2014)
Hace poco me hablaron de la existencia del “principio de la Pitufina”, es decir, de la recreación en series, películas y demás obras de ficción de un personaje perteneciente a los sectores no privilegiados del sistema que aparece de forma aislada en un grupo formado por los privilegiados del sistema, transmitiendo con ello la idea de que a nivel individual se puede salir del ostracismo cultural y político. Así aparecía la pitufina en la famosa serie de animación, pero también el típico amigo/a de minoría étnica - que suele morir-o la chica que acompaña a los héroes de las mega producciones.

Las mujeres o las minorías étnicas son elementos recurrentes del cine hollywoodiense como elemento compensador de tantos hombres blancos de clase pudiente que componen el resto del grupo. Otro rol en juego es el “héroe de garaje”, o el “principio de Steve Jobs”, en relación con una supuesta “superación de la lucha de clases” por la ambición personal de un individuo. 


Recurrente es por tanto el individualismo de estos “héroes” de la marginalidad social… No verás un grupo de minoría étnica en lucha, sino más bien serán retratados como drogadictos medio estúpidos con una conciencia de comunidad pueril. O mujeres feministas que aparecen como locas resentidas sin sentido que inventan maldades en una guerra de sexos absurda. Tampoco encontrarás clase obrera sino una comparsa de ignorantes y paletos sin ambición. Toda representación grupal asociada a la dominación de género, racial o de clase se representa por tanto de forma caricaturesca en grupos primarios racional y emocionalmente sin ninguna posibilidad de mejorar su situación, a no ser que sea mediante la superación de su propio grupo, es decir, obviando la estructura que compone dicha situación de desprestigio y de opresión y evitando las alianzas con sus iguales. La propuesta finalmente no es sólo egoísta sino que también ayuda a evitar cualquier rebelión, culpabilizando a cada una de las personas que son oprimidas por el sistema de su propia situación. 

Presentación de la candidatura de Hillary Clinton. 
 En EEUU como ya sabemos es común espectacularizar todos los ámbitos, así abren congresos de partidos políticos o de ligas deportivas asimilando los mismos principios que para la gala de entrega de premios de los Oscar. 

Y estas elecciones vienen cargaditas de recursos estilísticos hollywoodienses, así tenemos al super poderoso Trump, ese cacique del sur tan recurrente a la par que impresentable y a la Pitufina, Hillary Clinton. En esta película ambos personajes persiguen los mismos objetivos aunque difieran en sus tácticas. Clinton no llega donde llega a través de la lucha de ningún movimiento feminista sino por haber sido una política “ejemplar” en su defensa de los privilegios oligárquicos estadounidenses. Así ha sido responsable, como Secretaria de Estado, de muchas de las matanzas que se han llevado a cabo por todo el mundo, destacando su papel dentro de lo que se conoce como Estrategia Asiática, para mantener con ello la hegemonía de EEUU, que se encuentra en crisis más que evidente. Las políticas imperialistas y capitalistas llevadas a cabo por Clinton atentan gravemente sobre todo contra los grupos más oprimidos de este sistema, incluidas por supuesto las mujeres. Son las mujeres, por su situación de pobreza estructural devenida de un sistema patriarcal que divide sexualmente el trabajo y degrada a la mujer, las principales víctimas de la deslocalización productiva que defienden estas políticas, pero también de sus políticas belicistas, ya que son las principales víctimas de las guerras, con un aumento brutal del control del cuerpo de las mujeres, por los estados en conflicto y como elemento de conquista de sus enemigos en dicho conflicto, lo que supone el aumento de las violaciones directas, de la trata, de la prostitución etc 
Este sería el principal argumento para no obviar que el hecho de que Hillary Clinton rompa un “techo de cristal” no es más que la reproducción del “Principio de la Pitufina” en campaña electoral. Una mujer sola entre hombres que luchando contra todos -y contra todas- de forma individual se impone. No es por tanto una victoria feminista sino una campaña de desprestigio para el movimiento, las mujeres no debemos organizarnos, tú sola eres responsable de ti y de tu situación. 
Aunque esto no es novedoso, la misma campaña se llevó a cabo con Barak Obama, en este caso a través del uso de la minoría étnica como elemento de doble campaña, transmitiendo la misma idea, individualismo y ruptura con los movimientos organizados, sólo tú eres responsable de tu situación. Si Clinton nos conduce hacia una tercera guerra mundial (cosa más que probable si persiste en sus políticas) es lo de menos, tenemos a un loco extremista muy hollywodiense de único rival y a un “ejemplo de superación” en su extremo. Colocándonos en una disyuntiva que sólo es una evidente condena.

 Lo curioso es que si de verdad la responsabilidad fuese de cada uno de los individuos que son oprimidos y no de un sistema que se mantiene por dicha opresión probablemente no tendrían que gastar tanto dinero y esfuerzo en campañas tan intensas de propaganda. Mientras, seguirán jugando a las falsas disyuntivas, a las campañas mediáticas y culturales, y seguiremos oprimidos y sintiéndonos responsables cada día de nuestro devenir sin ser conscientes de que la solución pasa por reconocer al enemigo, pero sobre todo a los aliados, porque sólo juntos y juntas podremos cambiar el “orden natural” que nos han enseñado.