Se entiende por régimen cooperativo un sistema horizontal y democrático donde los trabajadores son a su vez socios de dicha organización empresarial. No obstante, estar constituidos en dicho régimen no impide la contratación de trabajadores externos a dicha asociación por lo que a priori, pese a su estructura más democrática, no evita la explotación de los trabajadores.
Tras el asesinato del viceministro boliviano de interior, Rodolfo Illeras por parte de cooperativistas de la minería se nos presenta el conflicto como una revuelta de trabajadores contra un gobierno que le es hostil. Y sin embargo, ¿es eso cierto? Entre las reivindicaciones de este grupo cooperativo se encuentran entre otros puntos la exigencia de no llevar adelante el proyecto de cambio en la Ley de Cooperativas por parte del gobierno de Evo Morales, que permitiría la asociación sindical de sus trabajadores (derecho no reconocido actualmente); a su vez exigen al ejecutivo la posibilidad de establecer lazos comerciales con multinacionales extranjeras y también piden rebajar los controles de impacto ambiental a los que son sometidos. Para conocer con más detalle el origen y desarrollo de estas cooperativas y las acciones que se están llevando a cabo recomiendo la lectura de este interesante artículo.
Pero este tipo de conflictos, salvando las distancias, no es exclusivo del país latinoamericano.
En la provincia de Huelva, debido a las altas cifras de paro se potenció la creación de cooperativas agrícolas (en la mayoría de los casos destinado al cultivo de la fresa). El resultado fue un éxito, estas cooperativas dedicadas a la agricultura intensiva superan ya en número a la que hasta hace muy poco era la provincia estrella de este tipo de cultivo, Almería.
Estas cooperativas a su vez, como en el caso boliviano, cuentan con trabajadores externos, en el caso de Huelva en la mayoría de los casos inmigrantes traídos en origen o directamente inmigrantes en situación irregular. El nivel de explotación por tanto puede llegar a su nivel más alto por la vulnerabilidad en las que se encuentran los trabajadores de estas cooperativas, completamente ajenos a toda protección laboral por su condición de migrante o peor aún por su condición de estancia irregular. Como consecuencia directa aparecen poblados chabolistas en las periferias de las zonas de invernadero donde malviven decenas de personas en condiciones infrahumanas.
Además hay que añadir el problema de carácter ambiental que genera este tipo de cultivo y como se están perdiendo las reservas acuíferas de la zona. Esto llevo a un mayor control del uso del agua de los pozos públicos y a protestas masivas en consecuencia por parte de los cooperativistas.
Con el aumento de estas cooperativas, privilegiadas fiscalmente por esta condición, no se ha solucionado el problema del empleo, y además se han originado nuevos problemas de carácter social y ambiental. La consideración pública que existe en el imaginario colectivo sobre el modelo cooperativista a su vez provoca una explotación laboral más sutil, ya que seguimos asociando este modelo con un modelo horizontal y democrático.
Por lo que volvemos al problema de siempre que no es otro que el reparto de la tierra y su vinculación con la explotación de clases. Probado está que un reparto sin control en un mercado capitalista aumenta la desigualdad, destroza el ecosistema (el espacio donde los pueblos se desarrollan), y genera caciquismos entres los propietarios (colectivos o no) de la tierra y los que no lo son, nativos o migrantes. Por lo que sería necesario replantear ciertas cuestiones. Por un lado debemos revisar las exigencias en torno al régimen de cooperativas. Por otro, de forma urgente, hay que salir del discurso tradicional de la izquierda que considera que el problema de la tierra es sólo un problema de reparto. Hoy por hoy, en un mercado deslocalizado y competitivo el control de los recursos y su distribución no se puede dejar en manos de la leyes de dicho mercado porque supondrá un triple ataque hacia los trabajadores, los pueblos y el ecosistema donde nos desarrollamos.