jueves, 17 de diciembre de 2009

Provocación.

No consigo soltar las lágrimas que se están guardando bruscamente en las bolsas de mis ojos. Todo empezó en las vías del tranvía, cuando me relajaba meter los zapatos de tacón entre ellas. Después venía el frío y tenía que permanecer encerrada en la cueva maloliente donde duermo. Los días de alcohol hacían el resto. En el bar sus parroquianos permanecen pegados a las sillas, a la barra. Quizás no existen más que como decorado. También llegaron los problemas, las soluciones, los bomberos y los incendios provocados. Seguían mis zapatos huyendo con cuidado por las vías de aquel tranvía ridículo. La cueva, el bar…las mangueras con presión. Y las lágrimas sin salir.
Y apareció el sexo…y servía…y relajaba y era feliz. Sin embargo empecé a sentirme mal…aquello no era bueno, debía evitarlo. Podría acabar podrida. Necesito no excederme, necesito lo mediano. Necesito llorar. Aparece otro fuego…se descontrola, necesitamos más equipo, más medios…no encuentro las mangueras…sólo veo un tacón pegado a una vía y a un tranvía que viene hacia mí sin detenerse.
Esto bien podría ser una carta de suicidio, mas sólo es una provocación al llanto, a mi llanto.

3 comentarios:

  1. no hay espacio ni en este recuadro,ni en un papel,ni escribiendo a lo largo de toda la muralla china, para comentar tus articulos y este en especial. Si no te conociese y hubiese encontrado este blog al azar, no pararia hasta encontarte, conocerte,tocarte y enamorarme de ti.Si no fuese porque te veo dormir, levantarte, comer, hablar...pensaria que no eres de este mundo, sino un genio sobrenatural. Isabel Rendón

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