jueves, 22 de septiembre de 2011

El libro.

Cuando tuvo aquel libro viejo de la biblioteca entre sus manos no pudo evitar sentir dos cosas. Por un lado imaginar por cuantas manos habría pasado ese ejemplar que traía su precio en pesetas. Por otro pensó en la necesidad de arte, pidiendo libros prestados como el que carece de alimentos y no puede costearlos. Afortunadamente, aquel libro había pasado por muchas manos.

El color amarillento de sus hojas le otorgaba la belleza y el encanto de lo vivido. Aquello que sólo los años dan, que sólo la vejez tiene.  Acaraciaba sus hojas con cuidado, con temor, con respeto a la fragilidad de su belleza.

Una vez más sintió esa emoción que le embargó al abrir el libro: lo que recorre, lo universal, lo que viaja...la comunión de lectores anónimos. Aquel libro que había viajado en el tiempo y el espacio para transmitir su mensaje.

Estas son cosas que sólo se pueden explicar a través del mundo de los sueños.

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