Había tantas cosas que
le preocupaban que apenas sacaba tiempo para ocuparse de ninguna de ellas. Y
las dejaba correr entre pensamiento y pensamiento... Sin saber que estaba
tejiendo una red muy peligrosa y que la víctima sólo podría ser él mismo.
“Día 1 de vida contemplativa:
Facebook:
Tengo la necesidad imperiosa de compartir. Es
bonito, todo un ejemplo de solidaridad en estos tiempos que corren… ¿O es ego?
¿vanidad? Quizás yo también he caído en eso de que con las redes sociales todos
nos creemos un poco famosos. Hay distintos perfiles: Unos quieren ser famosos
del cotilleo y narran su vida una y otra vez, otros queremos ser como Gandhi o
Churchill y que la gente quede maravillada por nuestras citas.
Café a media mañana:
Los medios de comunicación manipulan, es
evidente que manipulan. Pero tengo que leer los periódicos y los que sean más
opuestos ideológicamente a mí los primeros. Tengo que hacer la crítica, tengo
qué saber que leen, dónde se informan aquellos que piensan distinto a mí. ¿O son
los que piensan como yo? ¿Habrá más que cómo yo busquen lo opuesto para
informarse? Probablemente casi toda la audiencia de 13Tv sea una pandilla de
rojos…
La merienda:
¡Voy a hacer algo productivo! ¿Qué tal si leo a
Foulcault? Interesante prólogo… ¿cómo he acabado con Borges?
La noche:
Whatsapp ardientes a la luz de la tele… Me voy
a la habitación… Sin lugar a dudas necesito intimidad. “
El día menos pensado
seguro que descubro que la actividad es la mejor forma de meditar.
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