Con los últimos cadáveres flotando aún en el mediterráneo surgen diversas posturas… Lo importante en este punto quizás es desde dónde se mira y a quién. Tenemos dos orillas, dos situaciones, y nos guste o no, dos tipos de personas. Unas son inmigrantes pobres, otras sus “antiguos” colonos venidos a menos (o quizás no tanto). Desde la UE actual nos hacen fijar la atención en los pobres colonos venidos a menos… Europa está en crisis y no puede permitirse más población y menos si esa población es pobre. Así surgen conceptos como “efecto llamada”, que significa que si garantizamos derechos a las personas que se juegan la vida porque eso es mejor que mantener la que tienen estamos invitándoles a comer de una tarta que no les corresponde y conseguiremos que vengan más. Nosotros no podemos hacernos cargo de todos ellos. Básicamente esa es la idea principal que nos venden nuestro líderes europeos y sus medios falderos.
Es curioso, no podemos hacernos cargo de todos ellos pero sí que podemos influir en las políticas de sus países de origen: controlando sus materias primas, impidiendo por tanto que se puedan desarrollar libremente; o sometiendo a sus gobiernos a la voluntad de nuestras empresas o estados, quitándoles el derecho a ser ciudadanos y a que su gobierno vele por sus propios intereses. Ahí sí nos hacemos cargo y con contundencia.
Mapa de África Colonial |
Algunos dirán ¿es que acaso somos nosotros responsables de su circunstancia? Y recordaré que nuestra riqueza se hizo a fuerza de guerras e invasiones y que si “nos va mejor” es por la cantidad de salvajadas que hemos cometido durante siglos. No sólo nuestra riqueza no está legitimada, es que nos debería quemar en las manos de tan manchada de sangre que está. Y no contentos con siglos de explotación en abierto, ahora, aprovechando el caldo de cultivo que nosotros mismos creamos, los falsos procesos de descolonización o nuestro poder económico, que lógicamente tras años de expolio y colonialismo es inmenso, seguimos influyendo de forma más sutil en las políticas de esos países. Así nos convienen guerras en Libia o en Siria, mantener conflictos en Somalia, aprovechar un mapa de África hecho para poder enfrentar a tribus que no quieren compartir un país pero que nosotros (desde nuestro ilegítimo poder) obligamos a ello, porque decidimos inventarnos África. Y no contentos con el descarado robo, también hacemos negocios, creamos guerras y vendemos armas...
No sólo no podemos poner vallas en el mar, es que se nos debería caer la cara de vergüenza de intentar tratar este asunto como si fuese un problema nuestro, que atenta contra nuestra seguridad. El problema hemos sido nosotros y lo seguimos siendo. Cuando se habla de ayudas de cooperación, yo lo cambiaría por indemnizaciones por expolio y después a dejarles hacer. No van a salir del atolladero en un día, no es fácil, pero estoy convencida de que siempre, siempre, siempre les irá mejor sin nosotros. Previo pago de nuestras deudas, por supuesto. En esos países hay mucha gente que lucha, no necesitarían a nuestras ONGs si no fuésemos nosotros mismos los que generamos situaciones de emergencia difíciles de afrontar por ningún estado, ni siquiera por los más ricos. Pero nos sentimos orgullosos, dando nuestros 0´7% que nunca llega, como si fuese caridad y es sólo calmar nuestra conciencia o seguir sosteniendo su carencia, no queremos que desaparezcan pero tampoco queremos verles libres. ¡Qué afrenta sería hacia los colonos ver como sus antiguas colonias puedan ser iguales a ellos! No queremos dejar de expoliar, ni de tener el poder y el control para nuestro beneficio y en territorio ajeno, pero tampoco queremos que vengan aquí a recordarnos lo que hemos hecho de ellos. Y el problema no son los habitantes de Lampedusa, 5000 personas que les ha tocado ser del bando opresor como a los otros les ha tocado ser del bando oprimido, y que no pueden tomar decisiones más allá de la posibilidades que da una democracia representativa donde los poderes se entremezclan y confunden con frecuencia. Los 5000 de Lampedusa como digo solos no pueden hacer nada. Ni siquiera toda la población de Malta, ni los habitantes de Canarias o de Tarifa. Pero quizás si a todos los que nos ha tocado estar en este bando nos diera vergüenza ser partícipes de él y de sus mentiras, el poder perdería poder. No debemos aplaudir el discurso falso, prepotente y colonial de la UE, ya somos cómplices sólo por haber nacido aquí, no seamos además victimarios.
Me fijo en los bordes del mapa; en el mapa, en las tonalidades opacas de los colores, en la batería de usos del suelo como un plano de urbanismo. En la limpieza del celeste del mar, en la tipografía helvética de unos rótulos ficticios. África, rota en ese mapa como rompe una torta de inés rosales, como pellizquitos a una viena de pan, eterna noche.
ResponderEliminarMuy buena tu reflexión.
saludos