¿Y por qué querían que fuese gris?
Si yo soy verde,
verde, siniestra y sin remedio.
Como una sandía,
roja por dentro y refrescante.
Asustada por la lagartija
que corre asustada
por mis pasos,
camino en verde.
Con mi continuo interrogante
como dos árboles torcidos en aspa
a mitad de camino.
Y me escondo,
camuflada como banco,
de madera y piedra,
entre pinares.
¿Y por qué ser gris cómo las aceras?
Si yo ya soy bosque,
bosque rodeado por carreteras
grises y a rayas blancas,
con tráfico fluído o denso
pero constante.
Siempre presente el cerco
a la reserva,
el ruidoso recuerdo
de lo que quise dejar atrás.
Y no me escondo,
ahora no,
sólo estoy en mi sitio.
Ya lo advertí...
verde, siniestra y sin remedio.
Nada está escrito...
¡Cuidado con la Bejuquilla!
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