Yo he hecho danzar a la luna, creciente, decreciente y
mentirosa. Mi necesidad la vuelve grande, pequeña, brillante. Cambiante y
bailarina. Llena y nueva. Cada noche cuando salgo con ninguna que siempre es la
mejor gala, no logro saber si me siento igual y en comunión o soy el cordero de un sacrificio. Mi necesidad, la
búsqueda de lo puro, de lo elevado…hace bailar a la luna tantas veces que con
eso parecía que tenía suficiente.
Hasta aquel día…y lo contaré como pasó:
Un día yo fui la luna, creciente, decreciente y mentirosa. Me
convertí en ella y puse mi mejor cara. Desnuda ante todas las estrellas como reina
indiscutible del firmamento. Los terrícolas se volvían locos por mí, me
admiraban desde abajo…Pero yo…sólo buscaba a selenitas de los que viven en las
nubes. Y esos siempre se esconden muy bien. Y sólo vienen de vez en cuando, cuando ellos quieren, sin invocaciones pero con rituales.
Desde entonces sólo quiero volver a ser luna y hacerle bailar desde dentro. Sin invocaciones, como ritual.