martes, 23 de marzo de 2010
La petite mort.
El miedo se apoderó de la habitación. Me miró con sus profundos ojos negros y sentí desconfianza. Me asomé a la ventana en un intento frustrado de parecer indiferente. Entonces él rió, río a carcajadas durante unos segundos interminables…volvía una vez más a juzgarme, volvía a decirme que todos mis proyectos quedaban en nada. Yo le miré desafiante. Si quería destruirme debería poner más empeño. El ambiente, aunque tenebroso, permanecía neutro. No había conseguido abatirme y yo, generosa, le daba otra oportunidad. El odio se apoderó de su rostro habitualmente relajado…ardía en deseos de arrastrarme a su infierno. Quería que descendiese con él al inframundo…
No lo conseguía y mi silencio me hacía parecer vencedora. Se acercó y posó su mano fría en mi rodilla desnuda. Le sonreí. Debía creer que me gustaba. Y me besó, dulcemente al principio, con ira y violencia después.
En un giro inesperado me levantó de aquel sillón anticuado, posándome sobre la mesa y desabrochando los primeros botones de mi chaleco. Mis pechos permanecían apretados por el sujetador y forzados por la forma que decidía el chaleco a medio quitar.
Me miró y esta vez fue cómplice. Y mi despiste le sirvió para adentrarse dentro de mí. Otra vez violento como antes me besaba. Una y otra vez me castigaba en el placer, me hacía rozar sus labios con los míos. Jugaba a entrar y salir de un yo que no sabía donde estaba. Tuve miedo…fue una pequeña muerte que dirían en Francia de lo más detestable. Fue increíble.
Mientras nos vestíamos sonreí y le afirmé que nada de esto había sido necesario.
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1 comentario:
La petite mort, tengo entendido que es lo que llaman los franceses al orgasmo ¿llego la chica al orgasmo en esa situacion de casi violacion?. En cualquier caso muy bien escrito y original como siempre. Un beso. Mama.
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