sábado, 8 de septiembre de 2012

¿Envidia igualitaria?


Ahora que todo ha cambiado. Ahora que hay democracia, ahora que los pobres se lo merecen y los ricos responden de sus ganancias. Ahora que ya ha habido limpieza en los medios de comunicación. Ahora aparecen debates, debates sobre esas subvenciones que tanto criticaban. En Andalucía se rechaza el consorcio a escuelas que diferencien por sexos y por fin surge otro debate. En un país donde ser mujer puede costarte la vida, con medio centenar de víctimas. En un lugar donde el derecho a decidir sobre tu maternidad ha sido eliminado. En este lugar aparece este debate. Un debate que habla de diferencias, de pertinencias y de libertad. De libertad para poder discriminar, de libertad para poder perpetuar esta escandalosa situación que impide a una persona por el hecho de ser mujer tener igualdad de condiciones y de posibilidades. Y no es extraño que surja aquí. ¿O no es de discriminación de lo que llevamos hablando todo el tiempo?
 Dicen que no hay dinero, pero las grandes fortunas multiplican beneficios. Dicen que debemos hacer un esfuerzo (suben IVA, impuestos, bajan salarios)  y descubrimos que algunos gozan de privilegios fiscales. Teníamos legítimo derecho a una salud pública pagada con dinero de todos a través de impuestos directos e indirectos. Ahora ya no, no hay sanidad para todos. Defienden que es un sinsentido que es insostenible. Insostenible como que un niño y una niña vayan juntos a la escuela. Insostenible como pedir a los ricos que paguen simplemente los que les toca pagar...insostenible porque entonces se irían. Y yo me pregunto ¿qué aportan cuando se quedan? 
No. El debate no es clases diferenciadas por sexos o clases conjuntas. El debate es si queremos vivir en igualdad o perpetuar y fomentar la desigualdad. 

Hace unos días leía unos artículos que escribió el Señor Presidente en los años 80. Hablaba de "envidia igualitaria", según él la desigualdad existente por estirpe (fundamentada incluso en aspectos genéticos) pretendía ser saciada por algunos desde el punto de vista económico. No es de extrañar que esta sea la cara más representativa de todos estos debates que persisten en uno solo: creer o no en la existencia de esa estirpe y facilitar su desigualdad. 

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