viernes, 5 de junio de 2015

En carne viva.




Cómo iban desnudos y no tenían posesiones la mudanza fue rápida. Al salir del paraíso se descubrieron desnudos y sin posesiones…Desde entonces las mudanzas son lentas porque cubrir las necesidades adquiridas supone también aumentar la carga en el viaje. 

Durante dos años había estado sin residencia estable, o mejor dicho, sin residencia apacible. Había tenido que decidir qué cosas dejaba en cajas y qué otras se llevaría consigo a dar vueltas por el mundo. Hacía no poco tiempo que se había convencido a sí misma de que tenía que liberarse de posesiones… Ahora que esas posesiones no podían acompañarle sentía cierta tristeza, no obstante, sabía que llevaba mucho ganado: ella ya se había convencido a sí misma de que esa liberación era necesaria. Y lo que era más importante aún, sabía que era posible. Había aprendido a elegir entre todo aquello que nos enseñaron que era imprescindible. Es en ese momento cuando se ven las cosas como realmente son y descubres que hay objetos que son importantes y que esos son casi más necesarios que los objetos urgentes. Como con lo material ocurre con todo lo demás… Vivir tan obsesionado con lo urgente te impide centrar tus esfuerzos en descubrir qué es lo importante. 

 No quería recordar cuando cayó por la cascada, a veces, no quería ni siquiera recordar cuándo supo como trepar por la cascada como si fuese un elemento sólido. Antes esa imagen le ayudaba, se sentía fuerte, al fin y al cabo había conseguido hacer lo que nadie había hecho nunca, tenía su propia heroicidad. Claro, que toda heroicidad conlleva una situación previa de peligro que probablemente se podría haber evitado. Y llegados a ese punto no podía sentir mucho orgullo de haber caído torpemente por una cascada tan terriblemente fea y poco atrayente. Al subir por la cascada sabía que no había terminado su odisea, sabía que aún quedaban muchas cosas por hacer, y que quizás tendría que esperar un tiempo para encontrarse con el príncipe oriental en el palacio verde. A veces es tan sumamente complicada la vida de una heroína que nunca sabe cuándo tendrá lugar ese ansiado encuentro. Sin embargo, siempre que podía, que podían ambos (el príncipe también era un ser ocupado) se veían con nocturnidad o a escondidas lejos del palacio... Aún no era el momento. Ahora era el tiempo de los momentos. Así en plural y en el espacio no concreto.

Y mientras tanto, muchos seguirán confundidos, pensando que la heroína es una droga y no la protagonista de un gran relato. 

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