martes, 12 de abril de 2011

Lucidez.


Cuando la realidad se diluye y aparecen las tinieblas. Y se genera así el locus amoenus de la confidencia. Entonces todo son palabras, todo confesiones, todo ruinas que se reconstruyen. Y ya no vale nada, porque esto no existe. Es oniria invadiendo mi falso estado consciente. Y me gustaría exagerar, se irónica, divertida. Pero ya no puedo. Mi alma está cansada de la sonrisa pintada del payaso.

Ciegos que propagan una visión, y la extienden como una epidemia, y todo enferma de ceguera.

Quizás esa es la historia del mundo, ciegos iluminados recitando romances ripiosos.

Incluso puede que en cada historia personal haya exceso de experiencias de ceguera, de sordera, de mutilación de extremidades que nos impiden el tacto, de pérdida del olfato y sobretodo de falta de gusto. Es probable que yo ahora sólo sea un ciego que propaga visiones.

Y me disperso y siento el dolor del aire que aunque lo roza todo nada puede coger, controlar, poseer...

Y todo empezó en ese momento en que llegó el primer pensamiento, y tras él todos los demás y fuimos atractivos para el fuego. Y ardimos como brujas en la hoguera y ya sólo somos cenizas. Hemos perdido así el interés, la presa ya es caza. Nos llegó la inmortalidad, y ahora el miedo nos teme...¿a qué esperamos para actuar?

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