domingo, 25 de enero de 2009

Estados.


Mi geografía hace fronteras, paga aduanas, se siente extraña al lado de la tuya. Quizás la pérdida de la patria sea como la pérdida de la conciencia de uno mismo en un cuerpo ajeno, en un cuerpo que no le pertenece. Nunca fui patriótica, quizás por eso fueron muchos los cuerpos en los que decidí perderme. Fue caro el visado, y aún peor lo que me requisaron en la frontera cuando venía de vuelta. Yo quería llevar más litros de alcohol, yo necesitaba llevar más libros. Odie las tasas que marcan todo eso. Me odié a mi misma por no saber burlar a las fronteras.
Mi cuerpo es un estado. Un estado anímico y una nación. Mi cuerpo está compuesto de determinadas autonomías todas ellas dirigidas por un gobierno independiente y sometidas sin embargo a mi capital que es el cerebro.
A veces siento que surgen conflictos nacionalistas en alguna parte de mi cuerpo. Que hay zonas que pretenden separarse del cerebro. A veces sé que es algo que no puedo controlar. La ansia de autodeterminación hace que mi cerebro lloré amargamente en su impotencia.
Mi geografía se funde cada noche con la tuya. Mi cuerpo capitaneado por mi cerebro decide que quiere tener visado para campar en tus tierras. El amor es sólo eso. Es el derecho de los cerebros a abandonar por un minuto su tierra y conocer tierras extrañas. El sexo...es la fuga de partes rebeldes de mi estado. El conjunto es la patria. Y sólo en esa patria creo.

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