miércoles, 21 de noviembre de 2012

La lágrima que colma el vaso.




Me preocupa mucho la situación de la mujer en este país. En este último año se han llevado a cabo una serie de reformas que considero que echan por tierra todo el camino recorrido. 

Desde el punto de vista legal:

Ayer mismo leía que deja de aparecer el término "Violencia de Género" del código penal. Pese a argumentarios a favor y en contra de esta medida, cabe destacar que es fundamental hacer visible esta lacra que deja muchas víctimas mortales al año (66 en el año 2011 y 47 en lo que va de año, la última el pasado 19 de noviembre). Sin ser visto por la sociedad difícilmente será condenado, y este desgraciadamente es un problema que no sólo afecta a las leyes sino que tiene un gran fundamento sociológico y cultural. 
Aún así esas cifras no recogen el número real de víctimas ya que no cuenta con las denuncias donde no ha habido muertes y con todas aquellas mujeres que aún no denuncian. Esta situación es especialmente grave en tiempos de crisis, donde la situación económica genera una dependencia económica en la pareja por la cual es aún más difícil dar el paso de abandonar al maltratador, más aún si como sucede en muchos casos es él el único que sustenta económicamente a la familia. 

Además se propone la Mediación como forma de resolver el conflicto. La Mediación puede ser útil en muchos casos, aunque esos que critican a "papá estado" deberían replantearse esta medida. Sin embargo nunca puede ser eficaz en casos donde no es un conflicto entre iguales lo que está a debate sino una relación de poder y sometimiento, llegando a la agresión física y psicológica, lo que está sobre la mesa. No sería similar ni si quiera a entablar mediación entre un asesino y un familiar de su víctima, ya que en este caso estarían presente victima y victimario siendo tratados por igual. El estado no debe meterse en con quién se casa nadie, de quién se divorcian... Eso para mí está claro. Y mucho menos en solucionar sus problemas maritales, ya son adultos. En este caso no se trata de un problema marital, sino de un crimen. El estado por tanto debe tratar el asunto como tal. 

Por si fuese poco, ahora se permite la multa en vez de la pena de prisión ante estos casos. Tratándolo como una falta menor. 

Las reformas en la ley del aborto o las tasas al divorcio son otras de las medidas que se están llevando a cabo. 

Lo curioso de todo esto, lo que me asusta, es escuchar, gente joven, no hombres de cromañón, que se alegran de estas reformas. Incluso lamentan que la pérfida mujer aún puede usar las leyes en su contra. Y tengo miedo, pero sobretodo pena. Yo que creía que al fin eramos iguales. Yo que siempre he defendido que la lucha por la igualdad supone la evolución del ser humano en su conjunto, y no es sólo cosa de mujeres. Yo que creía que ya por fin se había entendido que el machismo nos hace daño a todos, que su forma de entender las relaciones es frustrante y contraria al amor. Y que además genera víctimas y monstruos. Espero equivocarme y que la sociedad en la que creía diga a esos político alejados de la realidad que sus leyes no nos representan, que esas leyes sólo representan un pasado que sólo deberíamos tener cerca como modelo para no repetir. 



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