martes, 10 de mayo de 2016

La "Centralización" del tablero de la lucha y la oposición aceptada.



Durante años en las "democracias" occidentales nos hablaron de que teníamos dos opciones: una a la derecha, dominada fundamentalmente por partidos liberales y democristianos; y otra a la izquierda dominada por los partidos socialdemócratas y con una periferia de partidos "comunistas" reformados y reformistas.

La socialdemocracia entra en crisis casi al nacer, no tenía mucho sentido una corriente tan tan reformista que ya ni reformaba y que apoyaba una y otra vez al sistema dominante. En ese contexto los partidos "comunistas" tampoco eran referentes de nada, al fin y al cabo, estaban tan acomplejados por la "cultura popular impuesta" de los billones de muertos, que el hecho de que fuera falsa o cierta era lo de menos. Ya ni querían ganar las elecciones, total, ¿para qué?

En los últimos años, sobre todo tras la caída del telón de acero, ha sido aún más evidente el papel que dentro de este modelo social y político juegan estos partidos presentados a todos como la "oposición" al sistema capitalista.

El caso británico es especialmente doloroso y sirve de ejemplo. En la década de los 90 el Partido Laborista británico -que jamás se consideró a sí mismo marxista- apuesta por la Tercera vía, una suerte de reformismo (por llamarle de algún modo) que apostaba por la economía de mercado, la defensa del proteccionismo a la macroeconomía y cierta protección social, siempre que no entrase en conflicto con los dos valores anteriores. Tras años de experimentación neoliberal con dramáticas consecuencias bajo los gabinetes de Thatcher la victoria de los laboristas era casi un alivio, un desahogo. Sin embargo en la práctica la victoria de los laboristas y sus planteamientos supuso la mordaza definitiva para el movimiento sindical y obrero británico conocido históricamente como Trade Unions. Curiosamente el propio Partido Laborista surgió bajo su amparo a principios del siglo XX siendo posteriormente su verdugo a finales del mismo siglo. En ese sentido se puede decir sin miedo a equivocarse que el fin último de esta "tercera vía" en Europa ha sido siempre controlar y derribar el poder de lucha sindical y obrera, centralizar su discurso y barrer toda disidencia.

Casos similares ocurrieron en Alemania donde a modo de ejemplo podemos ver las reacciones de socialdemócratas convencidos del SPD como Sigman Gabriel y Martin Schultz lamentándose del resultado del referendúm griego que se atrevió decir no a la Troika con argumentaciones aún más fieles a sus preceptos de las que se escucharon en boca de Merkel u otros representantes del modelo neoliberal. 

El caso de España tiene su propia versión de los hechos, su propia propuesta de modelo político y de estado conocido como "Régimen del 78" es una suerte de todo lo anterior, un régimen nacido en pleno apogeo de todas estas propuestas, un modelo de contrarrevolución permanente donde su partido opositor -encumbrado y financiado por bancos alemanes- el PSOE, ha demostrado una y otra vez cual es su lugar en este juego, muy en sintonía con sus colegas europeos. A nadie le pudo sorprender que un partido que negó su republicanismo y su marxismo también renegara de su apuesta socialdemócrata modificando la propia Constitución española para priorizar el avance macroeconómico y de libre mercado -de esto va la deuda- a cambio de quitar la protección social de sus ciudadanos. De nuevo en clara sintonía con sus colegas europeos lo social quedaba sólo para cuando no afecte al mercado. 

Por otra parte, el Partido comunista, activo en la lucha contra el franquismo, mérito que nunca pretendería quitarle, vendió su primogenitura a cambio de una legalización ridícula que le condenaba al ostracismo institucional pretendiendo el régimen con ello eliminar tal y como hizo el Partido Laborista toda la lucha de las calles, muy intensa en esos momentos. A través del arrastre de otros partidos minoritarios de izquierdas se dio paso a lo que se conoce como Izquierda Unida, el consuelo durante años de los derrotados por el PSOE. Afortunadamente el arrastre sindical tuvo menos éxito que en el caso británico, pero aún así, hoy en España tenemos que lamentar, gracias a todo esto, la visión que transmiten de sí mismos nuestros sindicatos mayoritarios (UGT, CCOO), dependientes cada uno de ellos de estos dos pilares de la "izquierda" institucional española. 

En este contexto surgen partidos nuevos que inicialmente parecen muy radicales -sí de ir a a raíz- y empiezan a hablar de cosas de las que hacía años no hablaban lo que se consideraba izquierda. Sin embargo el espectro estaban tan derechizado que hablar de Keynes era casi como hablar de lucha armada de anarquistas en el siglo XIX...

PODEMOS e IU se unen ahora como los salvadores de esta corriente "crítica" -que no revolucionaria, que no radical- que sólo aspira y puede aspirar a ser lo que fueron esos partidos socialdemócratas que están en agonía en casi toda Europa (sino ya muertos y enterrados como en Grecia) para dejar de ser la periferia de la oposición aceptada.Sin embargo no debemos olvidar qué aspirar a esto supone aceptar condiciones de rendición para todo aquel que pretenda un cambio real de la situación. 

Algunos seguimos pensando como siempre, seguimos convencidos de que hay cosas que no tienen arreglo si no se cortan de raíz. No, no nos hemos radicalizado, siempre fuimos radicales, sólo que algunos llevan años "centralizando" el tablero de la lucha y nos tienen despistados.

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