martes, 7 de julio de 2009

Ella.


Su corazón permanecía parado desde hacía unos minutos, discutir con una pareja en algunos casos es casi una costumbre, pero discutir con un amigo es siempre doloroso. Los amigos perdonan más, son más empáticos y juzgan menos. Así que su corazón sólo volvería a latir cuando pudiera sacar una sonrisa de su amigo. Sentía algo que abrasaba su interior, una angustia entre sus pechos que subía débilmente por la garganta, no le salían las palabras, no sabía que decir, no quería enfrentarse, no creía que existiesen motivos, pero su carácter a veces era incontrolable y violento. Conocía bien sus debilidades y sabía con certeza que esta vez ella no llevaba la razón, aunque todo fuese fruto de fuertes sentimientos. El debate entre la razón y los sentimientos. Viejo y aún así irreconciliable. Ella estaba acostumbrada a soportar esa lucha en su interior. Siempre intentando buscar argumentos, atender sólo a lo explicado y sin embargo, ella tan visceral, tan pasional, tan impulsiva. Se creía loca, y argumentaba su locura. Se creía cuerda ,y sentía su cordura. Jugaba con los pájaros de su cabeza mientras posaba con fuerza sus pies en la tierra. Ella terrenal y celestial, ella que amaba a un amigo amante.

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