domingo, 13 de julio de 2014

Necesitamos un curandero.



Era 2014 y todo parecía seguir igual. El bochornoso espectáculo de poder, y los niños muriendo, y la gente sometida y todo igual.
¿Cómo iba a preocuparme yo por otra cosa? ¿Por qué cosa? ¿Cómo centrar mis esfuerzos?

Con 15 años me compré un pañuelo palestino, había tenido que investigar sobre el conflicto palestino-israelí para un trabajo. Ahora tengo muchos más, han pasado más de diez años y tengo que seguir lamentando los mismos muertos, esas mismas imágenes de hacinamiento y represión. Siento que nos matan un poco a todos cada día, cada vez que vemos con relativa calma como algunos hombres son lobos para el hombre.
El mundo me rompió el corazón hace tiempo. Tengo que reconocer que a veces me ponen tiritas, bellas tiritas que curan un poco mis heridas. Veo que el mundo muere un poco cada día pero también veo mucha lucha. Tengo unas ganas de llorar terribles, a veces nada parece tener sentido. Pienso en el reducto español y me da miedo, salgo de las fronteras y siento tanta pena que ya no sé dónde esconderme. Un barco en aguas internacionales no es seguro. Tengo que luchar y no sé por dónde empezar. Tengo que curar mi corazón para que mi amor pueda ser remedio, todos debemos hacerlo.

Nos pueden quitar los derechos, la comida, pero no las ganas de luchar, no la libertad, eso no es tangible, no es un objeto más de mercadeo, la libertad y el amor son del hombre, nacemos con ello. Por Palestina, pueblo sometido donde la opulencia y el poder se muestra con bombas. Por los países del sur, huyendo para refugiarse en la guarida del lobo, de África a Europa de España a Alemania… Por todos.


Seamos tiritas, que nuestro amor nos cure y nos de alas. Sólo los que tienen sueños pueden volar como las aves y dejar muy abajo a los lobos devorándose entre ellos. 

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