miércoles, 2 de julio de 2014

Oxibelis Fulgidus en la RAE.


Hay un reptil no venenoso y que nocturno habita en mis zonas húmedas y bajas. Despavesa, sin pulmones, mi cueva cerrada y cenicienta, de cal gris, de ceniza y canto, para encorar mi epidermis con su cuero. La bejuquilla, silvestre o selvática, es serpiente que nace y desemboca, con la indecisión amable de un amante, en ríos y cataratas por las piernas. Su piel fría que te abraza, abrasa los volcanes ya dormidos para llenar la montaña con su magma. Y si te penetra de noche, en madrugada, te devuelve del sueño al inconsciente, a la tierra, a la carne y a la nada. 



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