domingo, 28 de diciembre de 2008

LA CASA.

Paraíso terrenal aquella finca. En ella Juan leía el periódico cada mañana mientras oía el canto de los pájaros. Celina en cambio prefería las novelas y siempre por la tarde, desde la jubilación decidió no volver a levantarse temprano, ella siempre fue un poco perezosa y bastante nocturna. Juan cuidaba del perro que les regaló Sandra con todo cariño, como si fuese su propio hijo, siempre lamentó no tener un varón. Celina, en cambio, echaba de menos a sus tres hijas, a sus dos nietos y el sonido de la ciudad en las noches de silencio del campo. Juan acostumbró siempre a vivir recluido, pasó su infancia en orfanatos y su trabajo en la cárcel hicieron el resto. Su mujer, era artista, una pintora maravillosa dedicada a su vez a la enseñanza. Celina gustaba de dar sus clases de dibujo en las calles, en los patios, en los parques...

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